Hoy quisiera compartir contigo una experiencia que me resultó bellísima de vivir.
Estaba en mi despacho con la puerta entreabierta, y de pronto sentí que alguien me miraba desde el salón. Entonces al mirar vi, en donde está un pequeño sillón y una lámpara de lectura, una mujer mayor sentada que me miraba con mucho amor, como «velando por mi». Realmente estaba formada por luz y sombras, mi miopía, y mi ángulo de visión.
Pero estaba allí, y supe sin lugar a dudas que era la madre de mi padre, a la que conocí siendo un bebé, pero de la que no tengo recuerdos.
La miré y sentí que siempre había estado cerca, y que algo muy profundo nos unía, y lentamente me fue embargando un amor muy profundo. Pude reconocer en ella una sensación de profunda soledad que me ha acompañado toda la vida, desde muy niña.
Sé que era una mujer muy fuerte, que sacó adelante una situación muy dura prácticamente sola (mi abuelo, nacido de una violación, era alcohólico y depresivo), y recordé que mi padre decía que yo tenía gestos suyos, uno en particular de llevarse la mano izquierda a la mejilla cuando algo le parecía «demasiado intenso» para ella.
Entonces lo que sentí fue que debía quedarme inmóvil y simplemente hacerle saber que la veía. Y la frase que me vino fue «ahora te veo, abuela». Y luego de unos segundos «ahora puedo ver tu dolor, tu soledad y tu tristeza».
Y al decir esto último las lágrimas empezaron a caerme a mares.
Entonces me di cuenta de que ella no esperaba acercarse a mi, sólo me miraba con mucho amor. La sentí en todo momento muy protectora, muy estoica, y me vino que lo único sanador para ella era ser vista, pero que nunca lo habría pedido haciendo gala de una humildad y una fuerza tan grande como creo que no he visto en nadie en mi vida.
Le dije «Abuela, todo ha pasado. Gracias por lo que has hecho por todos nosotros.» y la he honrado interiormente, con la sensación de tumbarme boca abajo a sus pies, pero inmóvil en mi silla, porque sentía que no tenía permiso para hacer ningún movimiento. (La sensación era que si me movía, algo iba a romperse. Así de delicado era lo que estaba viviendo).
Al final sentí alivio, suavidad interior, pero también la sensación de que se quedaba conmigo.
Ha sido todo muy conmovedor, y quería compartirlo contigo para que me dijeras, visto lo espontáneo de lo que ha ocurrido y si lo consideras necesario, si hay algo más que debo hacer para ayudar… o si hay algo que debo hacer mejor la próxima vez.
Gracias, siempre.
Gracias Brigitte.
Me gustaría, si piensas que es adecuado, que me dijeras el significado de ese gesto de colocar la mano en el rostro (sobre la mejilla izquierda), que aún conservo de ella.
Sólo sé esto por mi padre, que se sorprendía de ver que lo hacía, ya que mi abuela murió cuando yo era un bebé.
Un abrazo y gracias por ser como eres.
Gracias. Este ejercicio resonó en mi alma y senti algo muy parecido a lo expresado x Pilar.
gracias por compartir.
No hay nada que añadir ni que quitar.
Así lo has vivido. Y así ha sido algo grande para ti.