Querida Brigitte,
Gracias de corazón por este espacio de crecimiento y evolución que brindas. Soy mamá de un niño de tres años. La maternidad ha sido para mí el acto más transcendente y espiritual de mi vida. Una constante oportunidad de permanecer centrada y conectada al momento presente: un entrenamiento interior sin descanso.
Sin embargo a menudo se me activa un sentimiento de culpa muy pesado por sentirme sobrepasada, agobiada o por el temor a no ser una «buena madre». Por supuesto en este tiempo de confinamiento, estos sentimientos han ocupado cada vez más espacio. Quiero sentir que soy antes que madre, un ser humano, imperfecto, todavía con sus fidelidades e intrincaciones, en camino hacia una mayor plenitud. Me gustaría poder vivir el acompañamiento a mi hijo con más alegría y disfrute, permitiéndome también los momentos más sombríos y difíciles, pues la vida se ha encargado de mostrarme que lo uno y lo otro es necesario. ¿Me puedes orientar?
Con inmensa gratitud,
Noelia Román Barrero.
querida Noelia,
el confinamiento nos ha mostrado con lupa a lo que debemos dar prioridad para poder disfrutar del presente y de nuestro servicio.
Aquí tienes una doble fidelidad, una primera a todo tu sistema familiar y a las mujeres que se sentían mala madre, y otra fidelidad a ti misma, a una decisión que tomaste de pequeña por amor incondicional a tu mayores.
Entonces te ayudarán estos ejercicios:
– EL LEGADO DE LAS DOS RAMAS
– CAMBIAR UAN DECISIÓN DEL GUION DE VIDA con tu sentimiento de culpa
Muy cordialmente